Historia de la FAUBA

La labor de Arata


"Cuanto ahora véis en estos lugares, no existía hace cuarenta años; todo esto ha sido obra de una sola generación anterior, en el violento impulso del progreso argentino. Todavía vuestro primer decano, el sabio doctor Arata, pudo decir en un discurso que cuando se fundó el primitivo instituto transformado luego en Facultad, el establecimiento se reducía a unas modestas casillas y galpones en medio de unos campos sin árboles."

(Del discurso del Rector Ricardo Rojas, durante la colación de grados de 1928)


Así como el impulso genesíaco que dio lugar al nuevo instituto correspondió al Ministro Wenceslao Escalante, se le debe al doctor Pedro Arata que el proyecto se haya consumado, y que, como refiere la cita de Rojas, un descampado se transformará en un núcleo de progreso y urbanismo. Otras palabras que datan también de 1928, las del profesor Cayetano Martinoli, sirven parta ilustrar, por contraste, la tarea constructiva de Arata: "Hace casi un cuarto de siglo, allá en ese parque del Oeste donde hoy surge rebosante de vida nuestra linda Facultad, no había otra cosa que terrenos baldíos, cubiertos en parte por lagunas, sin caminos internos ni de acceso, sin luz eléctrica ni aguas corrientes, sin ninguno de los principales recursos de la vida moderna."

Especialista en la ciencia química, Arata venía de cumplir una destacada labor al frente del Departamento Nacional de Higiene, la Oficina de Química Municipal y la Dirección Nacional de Agricultura.

"La elección no fue difícil –diría el Ministro de Agricultura Dr. Damián Torino, quien reemplazó a Escalante pocos días después de la inauguración del Instituto-, reconocí en el Dr. Pedro N. Arata, a la sazón Director de Agricultura, sus dotes por nadie discutidas de ilustración y capacidad."

"La labor fue pesada en exceso para el Dr. Arata –recordaba Torino-. Se le dio un lote de terreno desprovisto hasta de las comodidades más elementales. Todo hubo que hacerlo, salvo una modesta construcción que sirvió de base a la inauguración de setiembre y, momentáneamente, para aulas. El acceso a la vía pública era incómodo y difícil. Arata gestionó obstinadamente, hasta conseguirlo, la instalación de una estación de ferrocarril ubicada convenientemente (Parada Agronomía)."

A vista de cuáles eran las necesidades, la estación de ferrocarril fue sólo un detalle. En principio, la ausencia de edificios para albergar las aulas y los laboratorios significaba todo un límite. Tampoco había agua potable, ni electricidad, ni caminos internos o de acceso, ni equipos e instrumental de trabajo e investigación, faltaban docentes y personal administrativo, etc. A todos estos problemas, Arata se ocupó de darles solución. Logró, por ejemplo, que el Ministerio ordenara la construcción de los pabellones que debían albergar el material de laboratorio importado de Europa y que, por falta de instalaciones, permanecía encajonados. Los pabellones, los primeros edificios de cemento armado que se hicieron en el país, fueron realizados por el Ing. Domingo Selva, quien también dio clases en la Institución. De a poco, a las dos construcciones originarias (el Pabellón de Química y la Oficina de Meteorología) se les agregaron el pabellón de Anatomía (a fines de 1904), el de Biología (1905), el Pabellón Nº 5 (hoy llamado Wernicke), en 1906, donde se trasladó el Decanato y la Biblioteca, y el Pabellón Roca (Zootecnia) en 1907. Hasta mediados de la década de 1920, estos fueron los edificios que albergaron las actividades de la nueva casa de estudios.

El Pabellón Roca (Zootecnia), construido en 1907, según una imagen de enero 1930.

En 1906, las autoridades nacionales cambiaron, y el apoyo al Instituto por parte del gobierno no fue tan firme. Sin embargo, la institución ya estaba consolidada y pudo seguir su marcha de crecimiento constante.

La labor de Arata no tuvo descansos: supervisó la elaboración de reglamentos y fiscalizó la labor de los docentes. Desde el Consejo Directivo, que integraba junto a Ameghino, José Agote, Eliseo Cantón, Nicanor de Elía, Octavio Pico y Enrique Hermitte, entre otros, se ocupó también de modificar los estatutos, a fines de 1905, de modo de adecuarlos a las necesidades impuestas por la marcha real de la enseñanza y la administración: se ajustaron los requisitos de admisión para los alumnos, los planes y plazos de estudio, el cometido del Consejo Directivo, las atribuciones del Rector, de los profesores y de los alumnos, etc.

Anecdotario:

  • Arata y el Consejo se ocuparon también de solucionar los problemas de infraestructura que la construcción de los pabellones no había cubierto. Alquiló, por ejemplo, un local en Palermo, cerca de la Estación General San Martín, para la enseñanza de Clínica Veterinaria. En 1908, y hasta 1911, la Clínica se trasladó a Córdoba 2850.
    También se hizo fuera del Instituto la enseñanza de Bacteriología y de Enfermedades Infecciosas: ambas cátedras funcionaron primero en el Instituto Experimental del Ministerio de Agricultura, en los actuales terrenos de la Sociedad Rural. En 1909, el Instituto Bacteriológico se mudó a San Martín y Chorroarín, en terrenos de la Facultad. 
  • En 1906 comenzaron a publicarse los Anales del Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria de la Nación. En 1908 se editó la Revista del Centro de Estudiantes de Agronomía y Veterinaria, organización creada dos años antes.
  • Al poco tiempo de funcionar la institución, se habilitó un restaurante que permitía almorzar a los alumnos en el lugar. Había sido consignado a un concesionario, aunque tenía control de la Dirección. Según el reglamento, estaba prohibido el juego y el expendio de bebidas alcohólicas, "a excepción de aquellas que, como el coñac, licores, refrescos y vinos, se consideran de mejor calidad."

 

La primera promoción (... fue la última)

En 1908 la labor del establecimiento cosechó sus primeros frutos, con la primera promoción de Ingenieros Agrónomos y Médicos Veterinarios (20 y 36, respectivamente). El acontecimiento tuvo suma importancia para la vida del Instituto, ya que se consagraba con toda regularidad lo que sus fundadores se habían propuestos.

Esta primera promoción fue también la última que salió del Instituto Superior de Agricultura y Veterinaria. En mayo de 1909, sólo algunos meses después, el Poder Ejecutivo Nacional decidió la anexión de la institución a la Universidad de Buenos Aires. Según el parecer del ministro de Instrucción Pública Rómulo S. Naón era preocupante que el Instituto dependiera del Ministerio de Agricultura y no de su cartera, ya que este estatuto le daba un sesgo de institución para la formación industrial más que de una casa de altos estudios. Fue así que, según decreto del 10 de mayo de ese año, el Instituto Superior se transformó en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la UBA. Por resolución del 1º de julio de 1909, el Consejo Superior de la Universidad reconoció la anexión, siendo esa la fecha oficial de institución de la Facultad. En el mismo decreto se designa a Arata y a Ramón Cárcano como Decano y Vicedecano, respectivamente, y se elije al nuevo Consejo Directivo.

Arata permanecería en el cargo hasta el 4 de julio de 1911, fecha en que presentó su renuncia aduciendo razones de salud y una edad avanzada. Previamente, había visto como se creaba la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria (octubre de 1909), que dio estatuto académico a los estudios agropecuarios y cuyo primer cuerpo estuvo formado por el Consejo Directivo de la Facultad, y el Parque Zootécnico, que contó con un gran número de razas y animales, donados por cabañeros por gestión del mismísimo Decano.

La renuncia de Arata fue la antesala de su retiro total de la enseñanza, ya que poco tiempo después renunció a la Cátedra de Química Orgánica que dirigía en la Facultad de Ciencias Médicas.

Estos acontecimientos marcaron, quizás, el final de la etapa de establecimiento y construcción de la Facultad, de sus planificación de objetivos y de fraguado de sus bases fundamentales.

Vista parcial del Museo de Anatomía, 1937.

Anecdotario:

  • Uno de los graduados en la promoción de 1908, Pedro Marotta, fue también uno de los primeros docentes adscriptos (en 1911, en la Cátedra de Agronomía). Marotta llegaría también a ser Decano de la Institución, aunque no el primero surgido de esta cantera: fue el veterinario Daniel Inchausti, recibido en 1909, en la promoción más antigua egresada de la Facultad de Agronomía y Veterinaria. Inchausti reemplazó a Ramón Cárcano (el último decano no "profesional", es decir, que no tenía formación específica en la disciplina) y dirigió la Facultad entre noviembre de 1924 y octubre de 1927. Marotta lo sucedió en el cargo.
  • En 1911 se retiró uno de los profesores extranjeros contratados en el momento inicial del Instituto, el francés Julio Lesage, titular hasta entonces de las cátedras de Fisiología y Histología. En esta última lo reemplazó su Jefe de trabajos prácticos, el Dr. Camilo Treflogi. En Fisiología, el reemplazante fue el Dr. Bernardo A. Houssay, quizás el más destacado fisiólogo que tuvo nuestro país, laureado con el Premio Nobel en 1947. Houssay había asumido la dirección de la Cátedra en forma interina en 1910 y obtuvo el cargo en forma definitiva, por concurso, cuando Lesage se retiró.

 

El período de afianzamiento

Arata fue reemplazado por Ricardo Schatz, consejero desde 1909 y Profesor de la Facultad de Medicina. Esta gestión tuvo un carácter de continuación, es decir, no hubo grandes progresos, ni conflictos, y la marcha de la Facultad estuvo marcada por la más absoluta normalidad. Se realizaron sí algunas construcciones, dado que las que existían eran aun insuficientes para responder a las necesidades de clínicas, lugares de investigación y aulas. En 1912, en efecto, se construyó el galpón de maquinaria, base de la Cátedra de Mecánica Agrícola. Un año después se edificó la actual clínica y el hospital de pequeños animales. En 1913, le tocó el turno al Pabellón Uballes, que se destinó a Internado. En realidad, la construcción del Uballes fue una de las respuestas que se le dio a uno de los problemas más acuciantes de esa etapa: la escasez de alumnos, un fenómeno que persistía desde los primeros años de la institución y que no había variado en esa primera década.

Había distintas causas: por un lado, los estudios agronómicos seguían pareciendo menores, frente a las carreras tradicionales como la abogacía o la medicina. No se concebía, entonces, que se requirieran cinco años para cursar los estudios con seriedad y adquirir sólidos conocimientos. Por otro lado, la Facultad estaba en una zona doblemente alejada, tanto para los aspirantes que vivían en el interior y que no tenían las facilidades actuales para trasladarse a la Capital, como para los mismos porteños, residentes en general en un centro acotado, y para quienes el viaje al todavía lejano oeste resultado incómodo.

En este contexto, la construcción del internado suponía dar de alojamiento a un importante número de alumnos provenientes del interior, quienes con modestas becas y facilidades para establecerse, tenían ahora la posibilidad de estudiar. La iniciativa de las becas (32 en total, para los dos mejores estudiantes de cada provincia) había correspondido al rector Eufemio Uballes, por lo que el nuevo internado tomaría, en homenaje, su nombre.

El internado, el primero que existiera en alguna universidad del país, funcionó durante 10 años y dio, en un principio, excelentes resultados ya que entre los becados hubo más tarde grandes profesionales. Con el tiempo, la ciudad fue creciendo hasta rodear la Facultad, lo que facilitó a los alumnos del Interior hospedarse en distintas pensiones cercanas. En 1923, el Pabellón Uballes, ya sin cumplir la función de Internado, fue destinado a laboratorios y aulas.

El Parque apícola según una fotografía de 1937.

Durante la década del ´10, además del Pabellón Uballes, se construyó la Granja Agrícola, en reemplazo al Parque Zootécnico, que nunca terminó de consolidarse y prácticamente no funcionó. Por contrario, la Granja contó con un plantel seleccionado de animales y terrenos vastos y apropiados (23 hectáreas y media). Su tambo fue uno de los más destacados del país y muchos de los animales ostentaron récords de producción tanto a nivel nacional como internacional. Por esta época, se crearon también el Parque Avícola y la Sección de Apicultura. Algunas de las aves de la Facultad lograron primeros premios en las exposiciones de Palermo.

Vista parcial de los museos particulares, en 1918.

Anecdotario:

  • El Pabellón Uballes se diferencia claramente de los otros edificios de la Facultad. Su aspecto recuerda al de los conventillos con habitaciones sobre los laterales y un gran patio interior central. Esta fisonomía se mantiene desde los tiempos en que era el internado para los alumnos que venían de las provincias. La particular construcción sirvió, en otros tiempos, para los festejos del Día de la Primavera, que allá por la década de 1950 se extendían durante toda una semana. Entonces, mientras los alumnos varones competían en un torneo de fútbol, las alumnas decoraban el Uballes, donde, por la noche, se hacían guitarreadas y bailes. 
  • En 1909 el ex-presidente Julio Roca se incorporó a Consejo Directivo de la Facultad. Sin embargo, su llegada no estuvo exenta de polémicas. El consejero Ángel Gallardo, por entonces un destacado científico y político, objetó el nombramiento, ya que a su parecer, Roca "no reunía las condiciones exigidas por los Estatutos para formar parte del Consejo Directivo de la Facultad de Agronomía y Veterinaria". Aunque se dejó constancia de la objeción, Roca asumió su cargo.