El trigo busca revancha

Jue, 27/05/2010 - 08:57
Por FAUBA

Con una condición climática favorable para la siembra, los productores comienzan a sembrar sus granos finos con mejores ánimos, después de un ciclo que fue muy afectado por la sequía.

En la presenta campaña de granos finos, el trigo buscará recuperar su lugar en los sistemas agrícolas, luego de la brusca caída que sufrió en el ciclo 2009-10, afectado por una de las sequía más fuertes de la historia del país. Se estima que el cereal podría superar las 4 millones de hectáreas sembradas, en tanto que otros cultivos, como la cebada cervecera y la canola, también comienzan a ganar terreno.
Daniel Miralles, profesor asociado de la Cátedra de Cerealicultura de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) e investigador del Conicet, se refirió al contexto actual, frente a la siembra del trigo, y a los trabajos que se desarrollan en la facultad para el crecimiento del cultivo.

- ¿Qué perspectivas hay para la campaña de fina que comienza? ¿Cuál es el ánimo de los productores?

- En principio, las previsiones de siembra de trigo son menores respecto de la superficie histórica (de 6 millones de hectáreas), pero superiores en comparación con las que se implantaron en el ciclo pasado (3,5 millones de ha). Posiblemente se siembren entre 4 y 5 millones de hectáreas con trigo (no creo que se superen las 5 millones).
Los productores van a sembrar más trigo fundamentalmente porque la oferta ambiental es más favorable. Desde el punto de vista climático, este año es infinitamente mejor que el año pasado, cuando no había agua en el suelo. Los pronósticos de lluvia son buenos y, en general, hay una buena recarga del perfil en lo suelos de gran parte de las zonas productivas.
Por eso, el ánimo de los productores ante la siembra es mejor, pero también es bajo porque continúa la política de restricciones a la exportación, implementada por el Gobierno.

- ¿Cuál debería ser la superficie sembrada, para que el trigo ocupe el lugar que le corresponde en el sistema agrícola?

- Entre 7 y 8 millones hectáreas, de modo que pueda incluirse en las rotaciones de soja, aportando rastrojos, y que permita tener un saldo exportable.

- ¿Qué previsiones pueden tomar los productores al iniciar la campaña, para que el cultivo exprese su potencial?

- Desde el punto de vista técnico, se recomienda tener agua en el perfil a la siembra y realizar una adecuada fertilización, en función de los nutrientes disponibles en el suelo a la siembra, principalmente con Nitrógeno y Fósforo (y Azufre en las áreas de deficiencia).
Además, se recomienda elegir el ciclo del material (cultivar) adecuado a la zona, lograr un adecuado número de espigas/m2, acorde con el potencial de la zona, y hacer fertilizaciones de Nitrógeno y Fósforo (eventualmente Azufre) que acompañen el numero de espigas/m2 esperado. Además, habrá que implementar un paquete de funguicidas, en el caso de materiales susceptibles a enfermedades.

- ¿Hay novedades tecnológicas que impacten sobre la producción o que signifiquen una oportunidad para los productores?

- No demasiadas, en general. Hay algunos materiales nuevos especialmente de ciclo corto que se han introducido y, especialmente en aquellos productores de mayor tecnología, el manejo por ambientes dentro de los lotes que permitan y justifiquen dicho manejo.
El manejo por ambientes permite un uso más eficiente de los insumos de modo que puede hacer más eficiente el retorno económico por hectárea. Esta tecnología se basa en establecer las zonas y/o áreas de distinto potencial de rendimiento dentro de los lotes y manejar tecnologías de aplicación de insumos variable (de acuerdo a las potencialidades de cada lote).

- ¿Cómo se posicionan los otros cultivos de fina en esta nueva campaña?

- El trigo compite cada vez más con la cebada cervecera (en esta campaña se proyecta que se sembrarán cerca 800.000 hectáreas con este cultivo), especialmente en el Sudeste de Buenos Aires. Entre los principales factores que impulsan la implantación de este cultivo, se destaca la pasibilidad de que el productor tenga un mercado previsible para colocar sus granos, mediante un contrato con malterías, algo que no sucede en el caso del trigo, debido especialmente a las regulaciones del Gobierno.
Además, el trigo también compite, aunque en menor medida, con la colza-canola (que en el actual ciclo productivo podría ocupar entre 20.000 y 30.000 hectáreas). Entre las ventajas para producir este cultivo, además de las características agroecológicas favorables de nuestro país, se destaca el hecho de poseer una retención menor al trigo, de 10%, y un alto precio internacional.
Por estar razones, si bien se trata de un cultivo muy incipiente en nuestro país, el área sembrada con colza-canola crece en cada campaña, aunque aún siga estando en una etapa de adaptación (en cuanto a encontrar el mejor manejo para cada ambiente) y que se requieran unos años para que logre extenderse de manera masiva.

- ¿Qué investigaciones en granos finos realiza la Facultad de Agronomía de la UBA? ¿En qué consisten y qué beneficios representan para los productores?

- Distintos grupos dentro de la FAUBA (Cátedras de Cerealicultura, Cátedra de Fertilidad y Fertilizantes, Cátedra de Cultivos Industriales, etc) están trabajando en distintos aspectos vinculados con los cereales (trigo y cebada) y oleaginosos (colza-canola) invernales.
Algunas de estas investigaciones tienen aplicación directa como, por ejemplo, los modelos de predicción de fenológica de la serie cronos (CronoCebada, CronoCanola y CronoTrigo), que se pueden descargar gratuitamente de la página Web de la FAUBA (http://www.agro.uba.ar/catedras/cerealicultura/servicios).
Otros trabajos de investigación y desarrollo se refieren a los modelos de respuesta a la aplicación de nutrientes para el rendimiento y la calidad, el impacto de la fertilización nitrogenada y azufrada sobre el contenido de aceite y perfiles de ácidos grasos en colza-canola, entre otros.
Estas investigaciones están basadas en proyectos de investigación científica y en convenios tecnológicos. Este tipo de desarrollo como el que se detalla permite reducir la incertidumbre en las decisiones de manejo y la optimización del uso de recursos como los fertilizantes y los insecticidas, por ejemplo.

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Sobre el autor

Facultad de Agronomía - Universidad de Buenos Aires