Un maestro de la investigación

Dice que en sus tiempos libres le gusta hacer bricolaje. Tiene 72 años y le apasiona la investigación. Hace poco menos de un mes recibió el Testimonio Clarín Rural a la Trayectoria Académica. Un recorrido por la vida de Antonio Hall, gran maestro de la FAUBA. 

Los 24 grados de agosto no impiden que Antonio use su campera de carpincho agamuzada. Es ingeniero agrónomo, profesor emérito, doctor y maestro de las ciencias agronómicas. Es una persona con personalidad.

-Me apasiona investigar. Tengo como referentes en la facultad y en la comunidad científica a Alberto Soriano, Rodolfo Sánchez, Rolando León, varios colegas de otros países y mis ex-estudiantes de posgrado.

Antonio Hall tiene 72 años y es un especialista en la ecofisiología de los cultivos de maíz y girasol. Desde los inicios se planteó el objetivo de desarrollar investigación básica y aplicada en fisiología vegetal, relacionada con problemas agronómicos. Sus hallazgos circulan por todo el mundo.

-Empecé a estudiar Agronomía en los 60 por el interés que me despertaron visitas a los campos que manejaba mi tío. En esa época la facultad era bastante más pobre a nivel docente. Recuerdo no más de cuatro o cinco profesores que combinaban el dominio de su tema con la capacidad de despertar entusiasmo e interés entre los alumnos.

Nació un primero de marzo y vivió en el barrio de Martínez, Buenos Aires. Es un hombre barbudo, canchero, iluminador y frugal. Aunque madruga, no tiene cara ni aspecto de cansado. Le gusta viajar por la montaña y es reconocido a nivel internacional.

-Tuve una infancia feliz, la pasé muy bien. Vivía con mis padres, mis tres hermanos y mi hermana. Los varones jugábamos a la mancha, a la escondida y a las bolitas; a los autitos de turismo de carretera y construíamos modelos de vehículos con el Meccano. Fui a la Escuela Escocesa San Andrés. Recién empezó a gustarme el estudio en la secundaria, sobre todo en las materias dictadas por profesores que privilegiaban pensar sobre aprender de memoria.

Se considera una persona atea en materia de fútbol. En su tiempo de relax prefiere leer, escuchar música y hacer bricolaje. Su libro: “El mundo hasta ayer” de Jared Diamond, un retrato del pasado humano y sus contrastes con la sociedad moderna.

-¿Cuál es tu reflexión respecto a las sociedades tradicionales?
-Prefiero la sociedad moderna, pero me fascina el proceso de transición entre las sociedades tradicionales y las modernas.

Su lugar en el mundo es San Isidro y “si fuese rico” le gustaría vivir en El Bolsón o en las Sierras de Córdoba. Está casado, tiene un hijo, una hija y dos nietos. Si bien toma vino tinto, cuando se da el lujo prefiere los bi o tri-varietales tintos de Río Negro y los blancos con Torrontés de Salta.

-Me gusta cocinar y odio hacer deporte. Camino una hora al día por obligación. Reconozco que me hace bien, pero me encantaría poder evitar la obligación.

Para Antonio, “enseñar” es sinónimo de clarificar, desafiar y entusiasmar; y "aprender" significa practicar la observación informada, y aprovechar las capacidades de cada uno para entender las realidades de los sistemas.

-Antes, Agronomía era una carrera excesivamente larga y con pretensiones de enciclopedismo. Hoy hay un grado mucho mayor de profesionalismo y experiencia consolidada en la mayor parte del cuerpo docente.
Antonio obtuvo su título de Ingeniero Agrónomo en el 66. Diez años más tarde se doctoró en Ciencias Biológicas en Australia.  Fue investigador superior del CONICET; director del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA), así como de la Escuela para Graduados de la Facultad de Agronomía de la UBA.

- Recuerdo una anécdota, la más importante (y algo más que una anécdota): el viaje de tres meses de fin de estudios de grado que organizamos a Europa. Los sobrevivientes de esa camada seguimos encontrándonos una vez al año.

Sin duda, el maestro de la FAUBA hizo aportes fundamentales a las Ciencias Agronómicas y a la ecofisiología de los cultivos. Incursionó en la construcción de modelos de simulación de cultivos y estudió las bases fisiológicas de la tolerancia al estrés hídrico y térmico en maíz, girasol y otras especies.

-¿Qué le dirías a los estudiantes?
-Las carreras de Agronomía y Ciencias Ambientales de la FAUBA ofrecen muchas oportunidades. Hay que aprovecharlas al máximo porque esta facultad es la mejor del país en esas especialidades.

-¿Tenés sueños? ¿Algunos se cumplieron?
-He tenido muchísima suerte en la vida. Sería equivocado argumentar que ello fuese producto de mis sueños.

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Sobre el autor

Esp. Lic. en Comunicación Social