Las alumnas del San Marcelo terminaron el trabajo con mutantes

Jue, 30/10/2008 - 09:11
Por FAUBA

Las alumnas del colegio San Marcelo de Don Torcuato, junto al director de la institución Daniel Brizuela, visitaron a la Dra. Basso –de la Cátedra de Genética de la FAUBA- en agradecimiento por los conocimientos adquiridos durante siete meses de experimentación. Las chicas habían llegado en busca de ayuda para la elaboración de un trabajo práctico y terminaron concretando el estudio genético de mutantes de mosca de la fruta.

El espacio es pequeño, pero la vocación es grande. En el laboratorio donde se desempeña la Dra. Alicia Basso junto a sus colaboradores, apenas caben un escritorio, una computadora, la cámara de cría, una mesada de trabajo y una pequeña biblioteca. Sin embargo, contrario a lo que se podría suponer, y lejos de pedir privacidad, la profesora, que desde 1981 dicta clases en la Cátedra de Genética, se entusiasma cada vez que su oficina se llena de jóvenes aprendices. “Es que hay que invertir tiempo en educación porque es para el futuro del país. Sin educación no se puede cambiar nada”, asegura. Así, en la mañana del jueves 21 de octubre, el reconocimiento a tanta dedicación le llegó a su ámbito. Aquellas adolescentes del Tercer año de Polimodal, del colegio San Marcelo de Don Torcuato, que habían asistido a la Facultad de Agronomía, a principios de año, buscando ayuda para realizar un trabajo práctico, visitaron la institución junto al director de la escuela, Ing. Daniel Brizuela, y sus madres. Entre flores y una torta -símbolos del agradecimiento-, alfajores, galletitas, mate –para llenar el estómago- y moscas enfrascadas -productos de la investigación llevada a cabo-, la charla fluyó.

Antonella Francioni, Martina Lampes y Brenda Mansilla, se habían acercado a la FAUBA en abril pasado, a fin de cumplir con la realización de una investigación para una materia de la orientación “Ciencias Naturales”, y terminaron experimentando con mutantes de moscas bajo la supervisión de la Dra. Basso. El caso sorprendió a las autoridades de la Facultad y se decidió firmar un convenio con el colegio para concretar la investigación que hoy ya, no sólo es una realidad, sino que está en su etapa de culminación.

La ardua pero grata tarea consistió en el estudio genético de mutantes de mosca de la fruta. ¿Pero cómo estudiantes de secundario llegaron a decidirse por este objetivo? Habiendo estudiado en clase de Biología contenidos relacionados con las mutaciones genéticas y las leyes de Medel, las chicas se entusiasmaron con la idea de “hacer genética”. Así, la Dra. Basso les propuso indagar sobre mutantes de una especie de mosca de la fruta cuyo ciclo de vida es de aproximadamente 26 días, “lo cual les permitiría comprobar, a través de tres generaciones, si el patrón de herencia de dichas mutantes tiene correlato con las leyes mendelianas”, resume la profesora que asume que es la primera vez que recibe alumnas de secundario interesadas en el área. Cada estudiante tuvo a su cargo una mutante y una línea salvaje o de referencia. Estas mutantes surgen a partir de cambios en el ADN, los cuales producen modificaciones en el fenotipo morfológico del insecto, es decir, variantes morfológicas visualmente distinguibles, las que, justamente, fueron objeto de su investigación.

“Es un placer verlas motivadas y que hayan hecho las cosas con tanta responsabilidad…hicieron un hermoso trabajo que los alumnos de Agronomía no tienen posibilidad de hacer, debido a la falta de recursos e instrumental, ya que son más de cincuenta por comisión y también debido a que hasta ahora los cursos son bimestrales”, explica Basso y garantiza: “Nosotros les supimos explicar, pero ellas también supieron entender”. Y, entusiasmado, Brizuela admite: “Que hayan vivido esta experiencia acá es fantástico y que a eso se le sume la calidad y calidez, es increíble… Realmente son privilegiadas”.

Sólo la corrección del informe y organización de los datos obtenidos tuvieron que establecerse, papeles en mano, luego de la distendida mañana. El próximo viernes 31 de octubre las alumnas deberán presentar el trabajo y defenderlo con una exposición oral ante profesores, padres, alumnos y ante la misma Dra. Basso que, como no podía ser de otra forma, fue invitada a presenciar la síntesis de siete meses de esfuerzo. A minutos de un mediodía a pleno sol, y a punto de salir a recorrer el parque que rodea al laboratorio de Genética, Brizuela confiesa: “La verdad que para el colegio San Marcelo, esto fue un broche de oro”.

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Facultad de Agronomía - Universidad de Buenos Aires