Mis días en Iowa

Vie, 20/01/2012 - 10:23
Por FAUBA

Martín Battaglia cumplió su sueño de investigar en pleno corazón del Corn Belt, EE.UU., en una de las mejores universidades agrícolas del mundo. Ahora quiere ayudar a los estudiantes argentinos que buscan ampliar sus conocimientos en el exterior.

Desde hace dos años, Martín Battaglia está instalado en Estados Unidos investigando sobre biocombustibles. Llegó a ese país luego de obtener el título de ingeniero agrónomo en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y de trabajar en varias empresas. Hoy siente que cumplió un sueño: “Tengo la posibilidad de investigar y aprender en un ambiente donde se genera investigación de calidad, en cantidad y, lo más importante, innovadora y de referencia mundial”.

“Mi idea es ayudar a venir a los alumnos argentinos y simplificar ese tortuoso camino por el que pasa el que intenta desde lejos. En eso estamos trabajando. Es increíble cómo se simplifican las cosas estando acá. En algunos casos una simple charla de 10 minutos con un profesor es suficiente para generar la posibilidad de traer alumnos para hacer pasantías”, asegura, y afirma que en EE.UU. admiran la agricultura argentina y valoran a los estudiantes de nuestro país.

- ¿Cómo surgió la idea de estudiar en el exterior?

Desde siempre quise estudiar y hacer investigación en alguna de las mejores universidades agrícolas del mundo. Tuve la suerte estudiar en una de las mejores escuelas agropecuarias del país, en Pergamino, cuando el plan de estudios aún era de seis años y doble escolaridad. Allí tuvimos una formación muy solida. Ese lugar, estimulando mis inquietudes, fue forjando de a poco este sueño-idea de estudiar en el exterior. Mi paso por FAUBA terminó de darle sentido.

A partir del 2008 comienza mi búsqueda seria en este sentido. El punto de inflexión fue cuando, buscando información sobre Iowa State University, leí una nota en el diario La Nación titulada "Mis días en Iowa", con la historia de algunos argentinos que trabajaban en Iowa State University.
Fue motivante conocer la historia de varios de mis compatriotas haciendo investigación en pleno corazón del Corn Belt americano en una de las tres mejores universidades de especialidad agrícola del mundo. Fue entonces cuando me dispuse a tomar contacto con algunos de ellos.

- La oportunidad llegó de la mano de los biocombustibles

Durante un buen tiempo estuve en contacto con personas que trabajaban en empresas y en diferentes universidades de EE.UU. A fines de 2009 apareció la oportunidad de hacer una pasantía en Iowa State University con una profesora argentina que trabaja en biocombustibles, en sorgo. No lo dude un segundo. Una vez allí, pude trabajar con otros grupos y cultivos para biocombustibles (Miscanthus y Switchgrass), así como en Biochar.
Iowa State University tiene un programa de biocombustibles líder a nivel nacional y mundial. A modo personal, me reconforta el hecho de haberlo intentado por largo tiempo. Resulta complejo el camino. Pero no me arrepiento: el valor de un sueño bien lo valía.

- ¿Qué estás haciendo ahora en Estados Unidos?

Luego de trabajar un año en Iowa State University, obtuve una beca completa de investigación para estudiar en University of Kentucky. En este momento estoy haciendo mi maestría en Plant and Soil Sciences, trabajando con un profesor extensionista en maíz, soja y pequeños granos.

- ¿Qué ventajas encontraste allá para desarrollar tus investigaciones?

Encontré muchas ventajas. Una de ellas es la excelente predisposición que tienen los profesores, y el público en general, por ayudar a los estudiantes internacionales. Ciudades pequeñas como Ames, en Iowa, dependen en gran medida de ellos. Para citar un caso, recuerdo con mucho cariño a quien fuera mi profesor de inglés ad honorem en Iowa por más de un año. En cuanto a la investigación, el equipamiento de los laboratorios suele ser apabullante. Nada queda librado al azar. Son muy metódicos. En cuanto a biofuels hay un creciente esfuerzo, traducido en millones de dólares en inversión en infraestructura e investigación.

Otra ventaja esencial es lo económico que resulta vivir aquí, aun cuando como estudiante o pasante se percibe el sueldo mínimo en la escala salarial. Hasta te das el lujo de tener capacidad de ahorro. Eso te permite enfocarte 100% en su investigación.

Por último, pude conocer y tratar en el día a día con investigadores de referencia mundial en agronomía, del pasado y del presente. Conocer su investigación de cerca, sus pensamientos, su modo de hacer ciencia, fue altamente positivo para mí.

Las posibilidades, son enormes. En las dos universidades donde estuve pude notar la positiva valoración que los profesores tienen por los alumnos argentinos. Ellos realmente admiran lo que hacemos en agricultura, y hasta se muestran muy dispuestos a aprender. Esto abre un amplio abanico de posibilidades en cuanto a investigación conjunta entre universidades en ambos países, intercambio de alumnos y demás. A nivel personal, como estudiante, además tengo la posibilidad de investigar y aprender en un ambiente donde se genera investigación de calidad, en cantidad y, lo más importante, innovadora y de referencia mundial.

- ¿Cuál es la importancia de tener una formación en el exterior?

A mi entender, la importancia fundamental radica en poder tener una visión más sistémica del entorno. Siempre es positivo conocer otras realidades. Creo que amplía el marco conceptual del investigador. Permite poner a prueba muchos conceptos incorporados y que resultan altamente aplicables en la Argentina con otros diferentes, aplicables en otro entorno.

El caso puntual de la siembra directa es paradójico. En muchos casos creo que sirve para pensar como relativos conceptos que nosotros creemos son absolutos. Permite comparar y conocer disímiles sistemas agrícolas en nuestro caso, pero en un nivel superior y más general, permite aprender de un sistema universitario muy diferente al nuestro. Esto no significa que uno es mejor que otro. La formación universitaria en nuestro campo, la agronomía, es excelente en Argentina. Sólo son estructural y funcionalmente diferentes. Estas diferencias creo que aportan muchísimo a la hora de formar un profesional.

Por último, el intercambio cultural resultante de este tipo de experiencias puede ser muy formativo. Cuando una universidad tiene estudiantes internacionales de más de 100 países del planeta, lo anteriormente dicho cobra un sentido notorio.

- ¿Actualmente seguís teniendo vínculos con la Argentina?

Sí, claro. Tengo un contacto muy asiduo con familiares y amigos en la Argentina. También sigo teniendo contacto con colegas que trabajan en ámbitos de investigación en empresas, en la FAUBA y en el INTA.

- ¿Creés que tu trabajo puede generar un aporte para la Argentina?

Fervientemente creo que sí. Es una de las bases fundacionales de este desafío que significa estar tan lejos del país, de los tuyos. Algo que parece sencillo, pero resulta complejísimo en sí mismo. Tengo la convicción que el valor de ese sueño amerita el esfuerzo. Me encantaría, por ejemplo, generar conocimiento científico para mi país en aéreas relacionadas con biocombustibles y cambio climático. En EE.UU, actualmente se está generando una revolución del conocimiento en estos campos de la ciencia. Una revolución sin paralelo en la actualidad. Creo que los resultados son, y lo serán en mayor grado, sorprendentes.

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Sobre el autor

Facultad de Agronomía - Universidad de Buenos Aires