El Riego y el Drenaje es una de las ramas de la hidrología, que es la ciencia que trata sobre el agua, su ocurrencia, su circulación y distribución, sus propiedades físicas y químicas y su relación con el medio ambiente incluyendo los seres vivientes. Su estudio se justifica en la preocupación universal de disponer de agua en cantidad y calidad suficiente para satisfacer las necesidades del continuo incremento de la demanda de alimentos, industria, energía y otros usos por el constante aumento de la población. Es la ciencia que trata básicamente con el agua dulce.
El ciclo hidrológico es el fenómeno global de circulación del agua en la tierra y su atmósfera, impulsado por la energía solar. No tiene principio ni fin, sus diversos proceso ocurren en forma continua.
Según definió la ONU en Agenda XXI: El entorno natural nos ofrece, gratuitamente, unos servicios básicos sin los cuales nuestra especie no podría sobrevivir. La capa de ozono nos protege de los rayos ultravioletas, que son perjudiciales para los seres humanos, los animales y las plantas. Los ecosistemas ayudan a purificar el aire que respiramos y el agua que bebemos; también transforman los desechos en recursos y reducen en la atmósfera los niveles de carbono, que de lo contrario contribuirían al recalentamiento del planeta. La diversidad biológica es una abundante reserva de medicinas y alimentos y mantiene una variedad genética que reduce la vulnerabilidad a las plagas y enfermedades. Pero estamos menoscabando, y en algunos casos destruyendo, la capacidad del medio ambiente para seguir prestándonos estos servicios vitales.
En los últimos 100 años, el entorno natural ha soportado las tensiones impuestas por el aumento de la población humana, que se ha cuadruplicado, y de la producción económica mundial, que se ha multiplicado por 18. Está previsto que la población mundial aumentará, de los actuales 6.000 millones de personas, a casi 9.000 millones antes del año 2050, con lo que la posibilidad de que se produzcan daños ambientales irreparables es innegable. Uno de cada dos empleos en todo el mundo —en la agricultura, la silvicultura y la pesca— depende directamente de la sostenibilidad de los ecosistemas. Y, lo que es más importante, lo mismo ocurre con la salud del planeta, y con la nuestra.