Panel China – Oferta y Demanda

Sólo 16 años nos separan del 2030. Ese tiempo fue suficiente para que China se desarrollara de manera increíble. En 1998 no había entrado a la Organización Mundial del Comercio (OMC), más tarde se incorporó  y hoy es la segunda economía del mundo. La experiencia china se desarrolló en la primera jornada el Simposio “Argentina y Asia en 2030: Estrategias en los Agronegocios para un Mundo en Desarrollo”.

El Panel de la República Popular de China fue coordinado por el Lic. Guillermo Santa Cruz, quien residió en China entre 2004 y 2013 y trabajó como asistente técnico en temas agrícolas. Dijo que, por un lado, la expansión del país asiático “continúa en avance porque sabe dónde quiere llegar”, y por otro, que se generaron cambios estructurales en materia tecnológica, en los que la Argentina puede aportar en torno a la seguridad alimentaria.

En tanto, el Agregado Comercial de la Embajada de la República Popular de China, destacó que la Argentina y su país son socios importantes y que “en los últimos 5 años las relaciones económicas y comerciales tuvieron un desarrollo enorme”. El comercio bilateral se ubica en el orden de los 15.000 millones de dólares y si bien se  incrementó cualitativamente, “no es suficiente” porque el nivel de comercio e inversión aún no tiene el potencial económico que necesitan ambas partes. Sí destacó el crecimiento del intercambio institucional, empresarial y académico, en particular en relación con el INTA y el SENASA.

Una oferta y una demanda que crecen de la mano de los subsidios

El Dr. Li Ninghui de  la Academia Nacional de Ciencias Agrarias de China, anticipó que la población de China llegará en unos años a los 1500 millones de habitantes. Este crecimiento demográfico, es importante para China y para el resto del mundo, ya que cualquier cambio en el consumo o producción provocará grandes fluctuaciones en el mercado mundial.

Para la nación asiática, la producción agrícola es muy importante porque la mitad de su población se localizada en zonas rurales, y sus ingresos provienen en un 50 por ciento de esa actividad. En ese sentido, la producción china cumple dos funciones: asegurar los alimentos a la población y mejorar el valor agregado para que se incrementen los ingresos de los productores.

En ocasiones, debido a que la producción agrícola es una actividad de riesgo, el gobierno nacional o local recurre al otorgamiento de subsidios con el objetivo de que se produzca lo suficiente para garantizar la seguridad alimentaria de la población, estimulando a los agricultores. En el caso de los destinados a la maquinaria agrícola, las autoridades abonan el 50 por ciento y el resto lo paga el productor. Gracias al “subsidio a los precios más bajos” para arroz, trigo o maíz, si el valor baja más allá de cierto nivel, el gobierno repone la diferencia al productor tomando el precio mínimo del mercado.

Por otra parte, mención que entre 2000 y 2012, los seguros agrícolas se expandieron rápidamente. Un tercio de la prima es abonada por el gobierno central, el otro tercio por la administración local y el resto por el productor.

En cuanto a la producción y al consumo, la seguridad alimentaria es apenas satisfactoria. La principal escases es de soja. Sólo son autosuficientes en un 20 por ciento, por lo tanto el resto debe ser importado.

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