Puente Verde: La Facultad capacita para afianzar la producción florícola y fortalecer la formación de personas con discapacidad

El Puente Verde es un centro de formación y producción de plantines florales y hortícolas, verduras y productos de granja, para personas con discapacidad. Docentes de FAUBA acompañan este emprendimiento capacitando y colaborando en la formulación de biopreparados, en la mejora de la eficiencia en el uso del agua para riego, el monitoreo del cultivo y la programación de los ciclos productivos.

Desde el año 2014, a partir de una vinculación realizada por la incubadora de la Facultad de Agronomía de la UBA (IncUBAgro), la FAUBA y la Asociación Civil el Puente Verde trabajan juntos para fortalecer la formación de personas con discapacidad y favorecer la inserción laboral y el abastecimiento de alimentos saludables a la comunidad.

Funciona en un predio de Esteban Echeverría (provincia de Buenos Aires) y desarrollan actividades hortícolas y florícolas. En la actualidad trabajan fuertemente en la producción de alimentos, bolsones de verdura y productos elaborados que comercializan en Monte Grande en un trabajo colaborativo con jóvenes voluntarios y productores familiares.

“Desde la Facultad acompañamos en afianzar la producción florícola de plantines, plantas en maceta y plantas para techo verde, mediante la capacitación y acciones que incluyen los biopreparados, la eficiencia en el uso del agua para riego, el monitoreo del cultivo y la programación de los ciclos productivos. Para reducir la dependencia de insumos externos se trabajó en el diseño de sustratos y enmiendas que se vieron traducidos en una mejora en la calidad de las plantas y los plantines producidos”, contó la Téc. Andrea Seoane, docente en la Escuela Hall (sede Devoto FAUBA), investigadora en Laboratorio de Sustratos y Aguas y colaboradora de Puente Verde por la Facultad.

“En el año 2009, cuando aún era alumna participé del proyecto de extensión PEHUEC y conocí el Puente Verde y su trabajo en la huerta comunitaria. Unos años después, ya recibida, retomamos los vínculos gracias a la incubadora y desde el año 2014 venimos trabajando juntos. Un trabajo basado en el respeto, el acceso, la posibilidad, la creación de puentes, apoyando la soberanía alimentaria, para formar una red de ciudadanos involucrados, vinculando productores y consumidores”, expresó Seoane.

Según comentó la docente, desde hace un tiempo, comparten el desafío de trabajar sobre el circuito flori-hortícola dentro del predio. Este año recibieron el registro de producción agroecológica que les aporta una certificación y un reconocimiento a la forma de trabajar y producir. Y un aval al consumidor que recibe sus productos.

También, instalaron una plantinera para abastecer la necesidad de los/as productores/as locales y una cocina para elaboración de alimentos. “Todas acciones que vinculan el cuidado del ambiente, los recursos y las personas que forman parte del proyecto y que permiten obtener productos cuidados, de calidad y de mano de los productores. Durante la pandemia se trabajó muy duro para sostener el espacio y ahora están apostando a la comercialización de sus productos”, aseguró la Técnica.

Actualmente – agregó Seoane- están enfocados en hacer un uso más eficiente de los recursos y reducir la compra de insumos externos, fabricando el sustrato dentro del predio. “A partir de los restos de poda que aporta la municipalidad, los materiales son seleccionados, chipeados e incorporados a un proceso que puede ser el compostaje directo o su paso previo por el corral de los animales, de esta manera se obtienen materiales con diferentes propiedades, que con posterioridad son usados para fabricar sustratos para siembra, repiques, macetas o como enmiendas o mejoradores de suelo”, explicó.

Además del monitoreo, realizaron diversas capacitaciones para conocer las técnicas para el enmacetado, reconocer buenas prácticas de riego, la toma de mediciones de pH y conductividad eléctrica, y hacer un seguimiento interno del sustrato y del cultivo. “Nuestra próxima meta es trabajar en el uso eficiente del agua y unir ambos circuitos”, afirmó la especialista.

En la Asociación Civil Puente Verde participan jóvenes adultos/as que asisten al predio todos los días. La formación se realiza en situación de trabajo y las personas se insertan formando parte de los emprendimientos productivos y/o vendiendo la producción en forma colectiva. También participan colaboradores/as que ayudan en las tareas.

“Vincularnos con productores familiares nos acerca a las problemáticas del sector, sus dificultades y necesidades y nos permite pensar juntos '¿qué y cómo?', en un marco de co-creación, de acompañamiento y de implementación de mejoras tecnológicas concretas. La facultad tiene una gran historia con un fuerte compromiso social que se plasma en los múltiples grupos de trabajos y proyectos que se llevan adelante desde las diferentes cátedras en este sentido”, aseveró Seoane.

Y sumó: “De la vinculación se fortalece la inserción socio laboral, la producción, el cuidado del ambiente y la calidad del alimento que llega a la mesa de los consumidores. Cada vez más la sociedad apoya estas iniciativas y comparte el compromiso. La comunicación de estos espacios ayuda para que más ciudadanos e instituciones se sumen a proyectos como este. Para el Puente Verde las redes son su forma de sostén, fortalecimiento y resistencia”.

 

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Sobre el autor

Esp. Lic. en Comunicación Social