Javier Pedreño, médico y cirujano español especialista en neurología, bioquímica y patología molecular, habló de cómo los países emergentes pueden aprovechar sus recursos naturales para extraer nuevas moléculas que permitan desarrollar nuevos medicamentos. Anunció un proyecto en ese sentido, asociado con la UBA.

“Un nuevo enfoque en el aprovechamiento de los recursos naturales: Exploración de la Biodiversidad para el descubrimiento de nuevos medicamentos mediante tecnologías de High-Throughput Screening (HTS)» fue el tema que desarrolló Javier Pedreño, médico y cirujano español especialista en neurología, bioquímica y patología molecular. Fue en el  Simposio Del Sur al Mundo en 2030, Seguridad Alimentaria Global y Bioenergía, que se realizó a mediados de abril, en el Auditorio del Centro Cultural de la Ciencia, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, en la CABA, organizado por la Cátedra de Agronegocios y el  Departamento de Bioeconomía, Políticas Públicas y Prospectiva (BIOP3) de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA).

Pedreño señaló que “la Argentina tiene que entrar en el mundo tecnológico y de la innovación”, más allá de las conocidas aptitudes en materia agroalimentaria, a partir de la abundancia en recursos naturales con que cuenta el país. Y fue categórico respecto del aprovechamiento de los recursos naturales en el mundo: “La hipocresía Norte-Sur es tan evidente que el Norte le pide al Sur que no explote los recursos que ellos ya consumieron. Los países del Sur son ricos en biodiversidad, mientras que los del Norte son pobres en biodiversidad”. Así, explicó que “la naturaleza siempre será la fuente de las medicinas, que vienen de la biodiversidad, ya que el ser humano la utiliza con ese fin desde hace 6.000 años. Desde 1800 hasta 1980 irrumpe la farmacología y los principios activos de las medicinas, de los cuales actualmente solo el 40% son sintéticas”. También, agregó que con los 2.500 medicamentos surgidos en los últimos 100 años, con una facturación de 1 trillón (10.000.000.000.000) de dólares son del Norte, y produjeron 3,5 trillones de dólares de capitalización bursátil”.

Además, precisó que desde que se descubre una molécula, desarrollar un medicamento demora, en promedio, 15 años, utilizando 1.500 pacientes de prueba y con una inversión de 3 millones de dólares. Para Pedreño, en el futuro, además de cómo alimentarse, el mundo deberá plantearse cómo combatirá las enfermedades, una actividad que “es un inmenso negocio ya que nuestro planeta vive por la salud”. Comentó que actualmente, la industria farmacéutica, luego de la revolución biotecnológica que empezó en los ’80, tiene 2 armas: la genómica y el screening masivo. Con la genómica se controlan los recursos genéticos. Se pasó de la revolución del ADN (que explica el 2% del genoma) a la del ARN (que explica el 98% del genoma). Hay más genes dedicados al RNA (ácido ribonucleico) que los dedicados a proteína (ADN).

“Hablamos de una serie de revoluciones que nos desbordan”, señaló. Al respecto, explicó la industria farmacéutica se está desarrollando mediante el uso de las HTS -high throughput screening (HTS) por su sigla en inglés-, o screening masivo robótico, método para la experimentación, especialmente usado en el descubrimiento de nuevas drogas. Se trata de una tecnología que nació en 1985/90, que permite lograr 200.000 compuestos diarios.

Señaló que Estados Unidos y Europa están haciendo screening masivo para la búsqueda de sustancias medicinales. Para hacerlo se crearon grupos de cooperación internacional para la biodiversidad entre empresas y universidades en 11 países, con proyectos de investigación por valor de entre 400.000 a 700.000 dólares de investigación durante 5 años. “El control total del conocimiento generado quedaba en custodia de las universidades estadounidenses y las muestras eran y son entregadas a empresas privadas biofarmacéuticas estadounidenses para que realicen los estudios. Han llegado a todas las zonas del mundo para obtener las muestras de la biodiversidad, firmando acuerdos con Surinam, México, Chile, Argentina, África y Asia, a cambio de royalties del 1%, en el mejor de los casos, atados a cláusulas leoninas, durante 5 años, en 11 regiones con 15 países participantes, cada uno de los cuales aportó unas 1.000 muestras, a partir de cada una de las cuales se obtenían 30 subproductos, y -a partir de cada uno de ellos- otros 50 de síntesis, con lo cual se apoderaron de 112,5 millones de compuestos. Pagaron 500 mil dólares promedio por universidad, con lo cual cada compuesto les costó unos 20 dólares. Cada día hacen 60.000 screenings con los cuales pudieron lograr 200 mil compuestos. Es como el pago de Roma a sus colonias. ‘te pago en cobre y me llevo tu oro´”, metaforizó Pedreño.

El mundo tecnológíco está entrando en la biodiversidad para lograr medicamentos como lo han hecho siempre, pero actualmente, con herramientas de tecnología HTS. Han entrado en esa revolución. La revolución del HTS utiliza teorías químicas formadas por decenas de millones de moléculas, con capacidad de hacer screenings de 150.000 ADNs. El universo total de moléculas obtenidas es de 1040, trabajando en la “big data”, ya que la informática está trabajando para procesar esa inmensa cantidad de datos.

Pedreño explicó que la comienzo de la revolución biotecnológica, existían una HTS tradicional y el fenotípico y que cada molécula que se detectaba le costaba a la industria farmacéutica 540.000 dólares. “Como este método era muy caro comenzaron con el nano HTS, a fin de bajar el costo, lo hicieron en centros de robótica. Actualmente, hay más 150 centros de screening en el mundo, de los cuales 135 están en Estados Unidos. El costo mínimo de funcionamiento de cada uno es de 200 millones de dólares anuales. Entonces ideé un nuevo sistema de screening, llamado royal activity HTS, que recibió premios en Estados Unidos, Europa y España por su eficiencia. Con estos tamices nuevos logramos obtener 218 ‘pepitas de oro’”.

Así, con esta adaptación, las tecnologías HTS eran inmensamente más baratas. Uno de los compuestos descubiertos con esta tecnología es una proteína humana que Pedreño detectó con el HTS, lo modificó y mejoró, la mutó, se hicieron las prácticas pertinentes y después de invertir más de 30 millones de dólares en 10 años (con apoyo público y privado) logró aislar esa proteína humana que funciona como coagulante instantáneo. “Actualmente estamos en la fase pre comercial que -luego de saber para qué sirve-, le han dado un valor de 400 millones de dólares, con lo cual vamos a recuperar 40 veces lo que invertimos al iniciar el proyecto. Esta proteína vale tanto porque permite parar rápidamente una hemorragia importante provocada por un accidente vial, durante una operación quirúrgica u otras. Es tópica para cualquier sangrado en cualquier situación”, señaló.

Pedrueño destacó que “el reto tecnológico que tienen las empresas es la observación de las plantas y los animales, la evaluación de los compuestos, el screening. Y por esto mismo el desafío para los países del Hemisferio Sur, ricos en biodiversidad, es observar la naturaleza viendo los compuestos que pueden extraerse de ella para elaborar productos medicinales, siendo competitivos”.

“Con esta idea hemos creado una empresa argentina cuyo objetivo es crear una situación que nos permita entrar a este campo. Se ha firmado un acuerdo con la UBA por el cual se lleva adelante un proyecto ambicioso, en el cual se quieren implementar tecnologías biológicas de screenning para beneficio de la universidad. En el management team mis asesores científicos son Fernando Vilella, Director del Departamento de Bioeconomía, Políticas Públicas y Prospectiva (BIOP3) de la (FAUBA) y Fernando Goldbaum, ex presidente de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica del MINCYT. Ellos van a ayudar a crear las condiciones científico-técnicas para desarrollar estos proyectos”, señaló.

Sobre el proyecto, dijo que “tenemos cinco familias diferentes de motores tecnológicos que generan condiciones para detectar moléculas activas para lograr anti coagulación, contra el cáncer, la esquizofrenia, y antioxidantes, entre otras. El objeto es ir colocando moléculas desarrolladas en el país, en el mercado internacional, para detectar posibles candidatos para continuar con su desarrollo en el mundo.

Para contextualizar el potencial de desarrollo que tiene la biodiversidad, Pedreño explicó que de las 320.000 especies vegetales existentes en el mundo, solo 270.000 son conocidas; que de los 8,250 millones de insectos estimados, solo se conoce 1 millón; que del millón de bacterias identificadas solo se conocen 4.000; que de los 1,5 millones de hongos, solo se conocen 72.000 y que de 400.000 algas, solo se han estudiado 40.000.

“Nos vamos a concentrar especialmente en lo que denominamos conflicto bioquímico, que se basa en ver como la naturaleza resuelve sus problemas. De la inteligencia de la naturaleza solo nos interesan 2 situaciones: la guerra bioquímica compuesta por dos organismos vivos que luchan entre ellos, y la supervivencia bioquímica, un ser vivo en lucha contra su medio hostil. Porque en ese medio se desarrollan enzimas, péptidos y activadores. El objetivo es crear una estructura que permita alcanzar una acción conjunta entre los países ricos en biodiversidad, de manera de integrarlos a este negocio”.

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